TODO SOBRE SALUD Y ENFERMEDADES
LA DIABETIS Y LA INSULINA
La insulina fue una de las primeras hormonas en evolucionar en los seres vivos . Prácticamente todos los animales segregan
insulina como medio para almacenar el exceso de nutrientes. Tiene bastante
sentido que en un mundo en el que la comida era a menudo escasa o inexistente
durante largos periodos de tiempo, nuestros cuerpos se harían increíblemente
eficientes. Lo irónico es que la grasa
que ingieres no es la que se almacena
como grasa, es el azúcar. Y ahí es donde este asunto de la sensibilidad a la
insulina y la diabetes tipo 2 empieza a ser confuso para la mayoría de la
gente.
Si retrocedemos
10.000 años o más, encontraremos que nuestros ancestros tenían poco acceso al
azúcar, o cualquier tipo de carbohidratos. Había algo de fruta ocasional, unas
cuantas bayas, raíces y brotes, pero la mayoría de los carbohidratos que
contenían estaban bloqueados en una matriz muy fibrosa. De hecho, algunos antropólogos sugieren que nuestros ancestros consumían de media 80 gramos de
carbohidratos al día(compara eso con la media de 350 a 600
gramos al día que se consumen en algunos países del mundo desarrollado… ). El
resto de su dieta consistía en grasas y proteínas. Al ser estos carbohidratos de
origen fibroso y por lo tanto complejo, su efecto elevador de la insulina era
mínimo. De hecho, había tan pocos carbohidratos en la dieta de nuestros
antepasados paleolíticos que tenemos cuatro formas de hacer glucosa extra por
nosotros mismos y sólo una de desechar el exceso que consumimos.
Cuando comemos
muchos carbohidratos, el páncreas secreta insulina tal y como nuestro ADN le
dice que hay que hacerlo, pero si el hígado y las células musculares están ya
llenas de glucógeno, esas células se empiezan a hacer resistentes a la llamada
de la insulina. Los receptores de insulina de las paredes de esas células
empiezan a reducirse en número y eficiencia. Esto es llamado regulación
decreciente o regulación por decremento (down-regulation). Debido a ello la glucosa no puede entrar en
las células musculares ni las del hígado, por lo que sigue estando en el flujo
sanguíneo.
El páncreas siente
que sigue habiendo mucha glucosa tóxica en la sangre por lo que frenéticamente
segrega todavía más insulina, lo que hace que los receptores de la misma en la
superficie de estas células se hagan todavía más resistentes, porque para más
inri ¡el exceso de insulina también es tóxico! Finalmente, la insulina hace que
la glucosa encuentre el camino hacia tus células grasas, donde queda almacenada
como grasa. Merece la pena insistir en el concepto de que no es la grasa la que
se almacena como grasa, sino el azúcar.
Con el tiempo,
mientras continuamos comiendo dietas altas en carbohidratos y hacemos poco
ejercicio, el grado de insensibilidad a la insulina aumenta. A no ser que
tomemos medidas drásticas para reducir los carbohidratos y hacer suficiente
ejercicio, empezamos a desarrollar varios problemas que van empeorando con el
tiempo:
1. Los niveles
de glucosa en sangre se mantienen altos porque ésta no puede entrar en las
células musculares. Esta glucosa tóxica es como barro que se acumula en nuestro
flujo sanguíneo obstruyendo las arterias, uniéndose a proteínas para formar los
dañinos productos de la glicación avanzada (PGA) y causando inflamación sistémica. Este exceso de
glucosa también contribuye a un aumento en los triglicéridos, aumentando el
riesgo de problemas del corazón.
2. Más azúcar es almacenado como grasa. Ya que las
células musculares están obteniendo menos glicógeno (ya que son más
resistentes), y como la insulina inhibe la lipasa, enzima quemadora de grasa,
ahora ni siquiera puedes quemar la grasa acumulada tan fácilmente. Continúas
almacenando más grasa hasta que finalmente incluso estas células de grasa se
hacen resistentes.
3. Todavía peor, los niveles de insulina se
mantienen altos durante más tiempo porque el páncreas piensa “si con un poco de
insulina no está funcionando, será mejor más todavía”. Esto causa una serie de
problemas como la acumulación de plaquetas en las arterias (esto es por lo que
los diabéticos tienen tantos problemas del corazón) y la proliferación celular
en los cánceres.
4.
Así como la resistencia a la insulina previene que el azúcar entre en las
células musculares, también previene que entren los aminoácidos. Por lo que
ahora no puedes construir o mantener tus músculos. Para empeorar las cosas,
otras partes de tu cuerpo piensan que no hay suficiente azúcar almacenado en
las células, por lo que envían señales para empezar a “canibalizar” tu preciado
tejido muscular para hacer más azúcar. Te vuelves más gordo y pierdes músculo…
5.
Tus niveles de energía bajan, lo que te hace sentirte hambriento de más
carbohidratos y menos propenso a hacer ejercicio. Sientes más necesidad del
veneno que te está matando.
6.
Cuando tu hígado se vuelve resistente a la insulina, no puede convertir la
hormona tiroidea T4 en T3, por lo que obtienes esos misteriosos “problemas de
tiroides”, que ralentizan todavía más tu metabolismo.
7. Puedes desarrollar neuropatías (daño en los nervios) y dolor en las
extremidades, ya que el daño por el exceso de azúcar destruye tejido del
sistema nervioso, y puedes desarrollar retinopatía y empezar a perder visión…
Finalmente, el páncreas
está tan exhausto que no puede producir más insulina y tienes que inyectártela
para seguir vivo. Mucha, ya que eres resistente. Felicidades, ya tienes
diabetes tipo 2.