lunes, 30 de marzo de 2015

LA DIABETIS Y LA INSULINA

TODO  SOBRE SALUD Y ENFERMEDADES

LA DIABETIS Y LA INSULINA

  La insulina fue una de las primeras hormonas en evolucionar en los seres vivos . Prácticamente todos los animales segregan insulina como medio para almacenar el exceso de nutrientes. Tiene bastante sentido que en un mundo en el que la comida era a menudo escasa o inexistente durante largos periodos de tiempo, nuestros cuerpos se harían increíblemente eficientes. Lo irónico es que la grasa que ingieres  no es la que se almacena como grasa, es el azúcar. Y ahí es donde este asunto de la sensibilidad a la insulina y la diabetes tipo 2 empieza a ser confuso para la mayoría de la gente.
 


 
 
 
Si retrocedemos 10.000 años o más, encontraremos que nuestros ancestros tenían poco acceso al azúcar, o cualquier tipo de carbohidratos. Había algo de fruta ocasional, unas cuantas bayas, raíces y brotes, pero la mayoría de los carbohidratos que contenían estaban bloqueados en una matriz muy fibrosa. De hecho, algunos antropólogos sugieren que nuestros ancestros consumían de media 80 gramos de carbohidratos al día(compara eso con la media de 350 a 600 gramos al día que se consumen en algunos países del mundo desarrollado… ). El resto de su dieta consistía en grasas y proteínas. Al ser estos carbohidratos de origen fibroso y por lo tanto complejo, su efecto elevador de la insulina era mínimo. De hecho, había tan pocos carbohidratos en la dieta de nuestros antepasados paleolíticos que tenemos cuatro formas de hacer glucosa extra por nosotros mismos y sólo una de desechar el exceso que consumimos.


Cuando comemos muchos carbohidratos, el páncreas secreta insulina tal y como nuestro ADN le dice que hay que hacerlo, pero si el hígado y las células musculares están ya llenas de glucógeno, esas células se empiezan a hacer resistentes a la llamada de la insulina. Los receptores de insulina de las paredes de esas células empiezan a reducirse en número y eficiencia. Esto es llamado regulación decreciente o regulación por decremento (down-regulation).  Debido a ello la glucosa no puede entrar en las células musculares ni las del hígado, por lo que sigue estando en el flujo sanguíneo. 

El páncreas siente que sigue habiendo mucha glucosa tóxica en la sangre por lo que frenéticamente segrega todavía más insulina, lo que hace que los receptores de la misma en la superficie de estas células se hagan todavía más resistentes, porque para más inri ¡el exceso de insulina también es tóxico! Finalmente, la insulina hace que la glucosa encuentre el camino hacia tus células grasas, donde queda almacenada como grasa. Merece la pena insistir en el concepto de que no es la grasa la que se almacena como grasa, sino el azúcar.

Con el tiempo, mientras continuamos comiendo dietas altas en carbohidratos y hacemos poco ejercicio, el grado de insensibilidad a la insulina aumenta. A no ser que tomemos medidas drásticas para reducir los carbohidratos y hacer suficiente ejercicio, empezamos a desarrollar varios problemas que van empeorando con el tiempo:

1. Los niveles de glucosa en sangre se mantienen altos porque ésta no puede entrar en las células musculares. Esta glucosa tóxica es como barro que se acumula en nuestro flujo sanguíneo obstruyendo las arterias, uniéndose a proteínas para formar los dañinos productos de la glicación avanzada (PGA)  y causando inflamación sistémica. Este exceso de glucosa también contribuye a un aumento en los triglicéridos, aumentando el riesgo de problemas del corazón.

2. Más azúcar es almacenado como grasa. Ya que las células musculares están obteniendo menos glicógeno (ya que son más resistentes), y como la insulina inhibe la lipasa, enzima quemadora de grasa, ahora ni siquiera puedes quemar la grasa acumulada tan fácilmente. Continúas almacenando más grasa hasta que finalmente incluso estas células de grasa se hacen resistentes.

3. Todavía peor, los niveles de insulina se mantienen altos durante más tiempo porque el páncreas piensa “si con un poco de insulina no está funcionando, será mejor más todavía”. Esto causa una serie de problemas como la acumulación de plaquetas en las arterias (esto es por lo que los diabéticos tienen tantos problemas del corazón) y la proliferación celular en los cánceres.

4. Así como la resistencia a la insulina previene que el azúcar entre en las células musculares, también previene que entren los aminoácidos. Por lo que ahora no puedes construir o mantener tus músculos. Para empeorar las cosas, otras partes de tu cuerpo piensan que no hay suficiente azúcar almacenado en las células, por lo que envían señales para empezar a “canibalizar” tu preciado tejido muscular para hacer más azúcar. Te vuelves más gordo y pierdes músculo…

5. Tus niveles de energía bajan, lo que te hace sentirte hambriento de más carbohidratos y menos propenso a hacer ejercicio. Sientes más necesidad del veneno que te está matando.

6. Cuando tu hígado se vuelve resistente a la insulina, no puede convertir la hormona tiroidea T4 en T3, por lo que obtienes esos misteriosos “problemas de tiroides”, que ralentizan todavía más tu metabolismo.

7. Puedes desarrollar neuropatías (daño en los nervios) y dolor en las extremidades, ya que el daño por el exceso de azúcar destruye tejido del sistema nervioso, y puedes desarrollar retinopatía y empezar a perder visión…

Finalmente, el páncreas está tan exhausto que no puede producir más insulina y tienes que inyectártela para seguir vivo. Mucha, ya que eres resistente. Felicidades, ya tienes diabetes tipo 2.