TODO SOBRE SALUD Y ENFERMEDADES
¿Cómo dialogar con los hijos adolescentes?
No hay que pretender decirle tanto, y hay que escuchar más. Se pueden ejercitar destrezas para mejorar la comunicación.
De boca de padres de adolescentes salen frecuentes quejas del siguiente tenor: no consigo que me escuchen, le entra por un oído y le sale por el otro… ¿Quién no ha pasado por esa experiencia? Pero, ¿nos hemos parado a buscar, padre y madre conjuntamente, los porqué? Unos amigos nuestros han llegado a la conclusión de que el quid del éxito en este tema está en no pretender decirle tantas cosas al hijo y escucharle más.
¿Cómo intentar un diálogo efectivo con los adolescentes? Existe un conjunto de destrezas dialógicas que pueden ejercitarse con paciencia. Quizá necesitemos recordarlas o aprenderlas, promocionarlas más en casa o ejercitarlas más a fin de lograr destreza en su manejo.
Sin darnos cuenta la mayoría de las veces en vez de dialogar con el adolescente, le “decimos”, le “repetimos” sin buscar el modo de saber qué pasa por su cabecita y así intentar colocarnos en su misma onda para conseguir un acuerdo.
Una destreza dialógica consiste en no caer en un monólogo o un discurso y lograr convertir la conversación con el hijo en algo de a dos sin mirar el reloj. Hay quien aconseja hacer ejercicios de simulación como si defendiéramos el punto de vista de nuestro hijo: “no crees tú que…”, o el desdoblamiento de la interlocución: “vamos a ver, me estás diciendo que… ¿y entonces?”. A algunos padres les ha resultado la vía indirecta: “me gustaría saber que piensan los chicos de tu edad sobre…” y de esta manera logran saber lo que su hijo piensa realmente.
¿Nos hacemos el tiempo para escuchar atentamente a los hijos independientemente de la hora en que ellos están dispuestos a hablar? A veces cuando nosotros estamos inclinados a escuchar ellos no lo están para hablar, y cuando quieren contarnos algo estamos muy ocupados haciendo algo importantísimo para nosotros que nos impide mirarles a los ojos al tiempo que prestamos atención a lo que nos dicen.
En otras ocasiones no hay tiempo para sopesar las razones que damos: no evaluamos los argumentos por su coherencia y consistencia y pronunciamos frases con más o menos seguridad, más o menos autoridad pero que no nos convencen ni a nosotros. Con frecuencia utilizamos frases hechas o eslóganes: y eso no le llega, no surte el efecto que buscamos: ¡hacerle pensar!
Buena parte del diálogo ineficaz puede estar en que siempre estamos buscando “hacerle ver” y no nos planteamos el verdadero objetivo del diálogo, que es la honesta búsqueda de la verdad entre los dialogantes: se trata de descubrir la verdad estando dispuestos a rectificar si el hijo hace aportaciones interesantes.
Llegar a ser padre buen dialogante supone respetar el punto de vista del hijo aunque sea un niño de doce años o un protestón de quince: el sentirse respetado y escuchado le predispone a por lo menos pensar las razones que nosotros les exponemos.
viernes, 30 de julio de 2010
¿Cómo dialogar con los hijos adolescentes?-TODO SOBRE SALUD Y ENFERMEDADES
Etiquetas: ADOLESCENCIA